El sistema inmunitario es el conjunto de órganos, tejidos y células que trabajan unidos para proteger el cuerpo de las infecciones. El desarrollo de este se ve influenciado desde el nacimiento por estímulos procedentes del ambiente, la alimentación, los estímulos tempranos y las experiencias afectivas recibidas de su entorno.
Durante el primer año de vida, el sistema inmunitario aún se está desarrollando, debido a la inmadurez de su aparato digestivo y la escasa flora bacteriana intestinal beneficiosa que ayuda a luchar contra las infecciones y a digerir nutrientes, provoca que sean más susceptibles a enfermar.
Tras el nacimiento, la nutrición que recibe el niño desempeña un papel importantísimo en el refuerzo de su sistema inmunitario. La leche materna transmite parte de la inmunidad de la madre al niño mediante bacterias beneficiosas, pero además de esto, debe desarrollar sus propias células inmunológicas y fortalecerse en los primeros meses y años de vida, a través de una dieta adecuada, un buen descanso y el fortalecimiento de su sistema neuroemocional.
Un sistema inmunológico bien equilibrado reduce el riesgo que los niños tienen de desarrollar alergias, contraer infecciones y los protege contra enfermedades autoinmunes.
Podemos fortalecer y reforzar aún más las defensas naturales de los más pequeños, ayudándoles a afrontar situaciones adversas y mostrándoles la habilidad que tiene el ser humano para fortalecerse de ellas. A esta capacidad de defenderse para resistir y sobreponerse, se le llama Inmunidad.
Ésta, puede clasificarse como activa, que es la producida por el propio sistema inmune, siendo permanente y obtenida de forma natural cuando se desarrolla una enfermedad; como adquirida, que es la que se consigue a través de la administración de vacunas, toxoides e inmunoglobulinas; y como pasiva, que se adquiere por la transferencia de anticuerpos de origen humano o animal.
El sistema inmunitario tiene dos líneas de defensa principales:
-Una línea innata o natural que es el primer sistema de defensa (piel, mucosas y secreciones) que se activa cuando el cuerpo entra en contacto con un agente infeccioso e incluye células (glóbulos blancos y macrófagos) que reconocen y eliminan las amenazas, como bacterias, virus y hongos. También incluye la inmunidad que pasa la madre al feto a través de la placenta y lactancia materna.
-Una línea adaptativa que se activa después de que el cuerpo ha sido expuesto a un agente infeccioso, creando anticuerpos específicos para atacar a ese agente en particular.
¿Qué particularidades tiene el sistema inmune de los niños?
El sistema inmune del recién nacido es inmaduro y solo tiene la memoria inmunológica que le ha transferido su madre, ésta dura hasta, aproximadamente, los 9 meses de vida y no está suficientemente desarrollado hasta los 18-24 meses, es por eso que los niños desarrollan frecuentes infecciones hasta llegar a este momento causadas por el contacto con hermanos mayores, con otros niños en guarderías, parques, etc…
El sistema inmunitario de los niños es diferente al de los adultos en varios aspectos. En primer lugar, su sistema inmune aún se está desarrollando, por lo que es más susceptible a las infecciones. En segundo lugar, no es tan eficiente como el de los adultos para combatir las infecciones.
Algunas de las particularidades del sistema inmune en niños incluyen:
- Inmadurez de las células inmunitarias: Las células inmunitarias de los niños son menos eficientes que las de los adultos para reconocer y eliminar los agentes infecciosos.Por ejemplo, las células T, que son responsables de la inmunidad adaptativa, maduran más lentamente en los niños que en los adultos, tardando más en desarrollar una respuesta inmunitaria específica a un agente infeccioso.
- Menor producción de anticuerpos: Los niños producen menos anticuerpos que los adultos, lo que dificulta la lucha contra las infecciones.
- Mayor permeabilidad de las barreras naturales: Las barreras naturales del cuerpo, como la piel y las mucosas, son menos eficaces en los niños, lo que facilita la entrada de los agentes infecciosos.
La piel de los niños es más delgada y tiene menos queratina que la piel de los adultos, siendo más fácil para los agentes infecciosos atravesar la piel y entrar en el cuerpo.
Las mucosas son más permeables que las de los adultos, haciendo que sea más fácil para patógenos entrar en el cuerpo a través de las vías respiratorias, el tracto digestivo o el tracto urinario.
Como resultado de estas particularidades, los niños son más propensos a sufrir infecciones, como resfriados, gripe, gastroenteritis, etc…
Fortalezcamos su sistema inmune.
Hay muchas cosas que los padres pueden hacer para ayudar a fortalecer el sistema inmunitario de sus hijos. Estas son algunas de las más importantes:
-Alimentación saludable: Una dieta saludable es esencial para un sistema inmunitario fuerte. Los niños deben consumir una variedad de alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables.
-Ejercicio regular: Ayuda a fortalecer el sistema inmunitario al aumentar la circulación y el flujo sanguíneo. Los niños deben realizar al menos 60 minutos de actividad física al día.
-Descanso suficiente: El sueño es esencial para la reparación y el crecimiento del cuerpo, incluido el sistema inmunitario. Los niños deben dormir de 10 a 12 horas cada noche.
-Evitar el estrés: El estrés puede debilitar el sistema inmunitario. Los padres pueden ayudar a sus hijos a reducir el estrés fomentando hábitos saludables, como el ejercicio, el tiempo de juego y las relaciones positivas.
-Vacunas: Son la forma más efectiva de prevenir enfermedades infecciosas. Los padres deben asegurarse de que sus hijos estén al día con las vacunas recomendadas.
-Evitar el tabaquismo pasivo: Puede debilitar el sistema inmunitario de los niños.
-Lavado de manos con frecuencia: Lavarse las manos con agua y jabón es una forma importante de prevenir la propagación de gérmenes.
Alimentos que fortalecen el sistema inmunitario
Hay muchos alimentos que pueden ayudar a fortalecer el sistema inmunitario de los niños. Estos incluyen:
- Vitaminas: Son sustancias que actúan como antioxidantes, ayudando a contrarrestar el estrés oxidativo y participan en numerosas reacciones del organismo, entre ellas, algunas inmunológicas.
-Vitamina C: Ayuda a proteger las células del cuerpo de los daños oxidativos, estimula la actividad de células inmunitarias, mejora la integridad de la barrera epitelial y regula la respuesta inmunitaria .
Los alimentos ricos en vitamina C incluyen la fruta, verduras y hortalizas, como cítricos, fresas, mango, kiwi, brócoli, pimientos (rojos y verdes), tomates, etc…
-Vitamina D: Es esencial para la absorción de calcio, necesario para el crecimiento de los niños, pero también tiene un papel importante en el funcionamiento del sistema inmunitario porque permite el mantenimiento de la integridad de la mucosa intestinal impidiendo el paso de gérmenes, actúa sobre el sistema inmune innato y adaptativo, y aumenta los mecanismos de eliminación de patógenos.
Los niños pueden obtener vitamina D de la exposición al sol, los suplementos preparados a base de ella y mediante alimentos como pescado azul, ternera, pollo, casquería, aguacate, huevo y productos lácteos.
-Vitamina E: Se encarga de aumentar la respuesta inmunológica ante una agresión y ayuda a estimular la producción de anticuerpos .
La encontramos en frutos secos, semillas, soja y hortalizas de hoja verde.
-Vitamina A: Cumple un papel muy importante en la función inmunológica porque estimula la diferenciación de los glóbulos blancos y en el mantenimiento de la integridad de la superficie de las mucosas que son una de las barreras naturales frente a infecciones.
La encontramos en alimentos como el hígado, huevo y productos lácteos.
-Vitaminas del grupo B: Son un grupo de ocho vitaminas esenciales que desempeñan un papel importante en el funcionamiento del sistema inmunitario porque son necesarias para la producción de glóbulos blancos, ayudan a mantener la integridad de la piel, las mucosas y el sistema digestivo, que son las primeras barreras de defensa del cuerpo contra los gérmenes.
- Vitamina B6 o piridoxina: Ayuda a regular la respuesta inmune y la producción de glóbulos blancos y anticuerpos.
- Vitamina B9 o ácido fólico: Es necesaria para la producción de glóbulos blancos y ayuda a proteger las células inmunitarias del daño oxidativo.
- Vitamina B12 o cianocobalamina: Ayuda a la producción y función de los glóbulos blancos, y a mantener la salud de la piel, las mucosas y el sistema digestivo
Las encontramos en alimentos como frutas, verduras y hortalizas, pero también en productos lácteos, pescados, carnes, huevos, cereales integrales y frutos secos.
- Minerales:
-Zinc: Es un mineral esencial para el sistema inmunitario porque ayuda en el crecimiento, maduración y actividad de las células inmunitarias.
Los alimentos ricos en Zinc incluyen las carnes rojas, las aves de corral, aguacate, moras, guisantes, los frutos secos, las semillas y los cereales integrales.
-Hierro: Es un mineral esencial para la proliferación y la maduración de las células inmunitarias, pués su déficit provocaría un menor recuento de los leucocitos, así como una reducción de su capacidad para neutralizar patógenos, puede provocar una menor respuesta cutánea a antígenos porque la barrera protectora de la piel perdería parte de su función defensiva y un habría aumento de radicales libres inestables que dañarían el organismo, por lo que podría contribuir al incremento de diferentes patologías.
Se encuentra en alimentos como legumbres, huevos, carnes rojas, hígado, mejillones, almejas, algas, fruta, chocolate negro, quinoa y pistachos.
-Selenio: Este mineral tiene un papel fundamental en la adecuada respuesta inmunitaria porque está relacionado directamente con la actividad antioxidante y en la producción de inmunoglobulinas como la IgG e IgM
Lo encontramos en alimentos como carnes rojas, vísceras, mariscos, pescados grasos, huevos, cereales integrales, ajo y semillas de mostaza.
- Ácidos grasos omega-3: Tienen propiedades antiinflamatorias, apoya la función de las células inmunitarias, mantiene los niveles adecuados de linfocitos para la respuesta inmunitaria y mejora la sintomatología en procesos alérgicos inhibiendo la liberación de compuestos que desencadenan las alergias.
Los encontramos en suplementos alimenticios a base de aceite de pescado, krill y algas, y en alimentos como el pescado azul (salmón, atún,caballa, etc…), marisco, frutas grasas como el aguacate, el aceite de oliva, frutos secos y semillas. - Probióticos: Son organismos vivos que se administran para ayudar a fortalecer el sistema inmunitario al mantener el equilibrio de la flora intestinal, protegen frente a infecciones y procesos inflamatorios, e incluso son capaces de actuar sobre la inmunidad innata y adquirida.
Se pueden encontrar en suplementos alimenticios y en alimentos como el yogur, queso fresco, kéfir, kombucha, tempeh y chucrut. - Prebióticos: Son compuestos que nuestro cuerpo casi no absorbe pero que nutren a los microorganismos intestinales beneficiosos porque mantienen y estimulan su crecimiento, favoreciendo la función y modulación del sistema inmunitario.
Estos compuestos se conocen también como fibras dietéticas, entre las cuales encontramos los β-glucanos (cereales, hongos y levaduras), oligofructosa (trigo, cebolla, ajo, puerro…), inulina (espárragos, ajo, cebolla…), lactulosa (cereales, pan, jamón cocido..), galactooligosacáridos (ciruela, albaricoque, col…) y los oligosacáridos de la leche materna. - Flavonoides: Son compuestos fenólicos con múltiples efectos positivos en el sistema inmune debido a su acción antioxidante y eliminadora de radicales libres, inhibidores de procesos inflamatorios y moduladores de la actividad de las células inmunitarias.
Se encuentran en alimentos como frutas,verduras, semillas y en bebidas como el vino y la cerveza.
Por tanto, en los niños resulta fundamental contar con un sistema inmune fuerte que disponga de una inmunidad sólida que vaya creando los cimientos de futuros adultos con una robusta capacidad inmunitaria, para ello, debemos proporcionarles los medios necesarios mediante los buenos hábitos de alimentación, costumbres y actividad física.